jueves, 27 de mayo de 2010

1 Un trozo de papel (Kanda)

El negro y pulcro halcón observaba con sus ojos rojos la ciudad que sobrevolaba, esperando llegar pronto a su destino y entregar el mensaje. Tras las murallas las calles bullían de actividad, se podían ver a los niños correr mientras sus madres compraban lo necesario, también se veía a algunas personas montando a caballo por las calles. De vez en cuando se escuchaban los martillazos de un herrero mientras fabricaba armaduras y espadas.
Ya se acercaba a su destino, el palacio real, Se observaba en lo alo de la colina, presidiendo el resto de la ciudad, imponente. Sobre sus mas de diez almenas se veían guardias oteando el horizonte, apaciguados. En el patio interior del palacio había un jardín lleno de colores, rojo, negro, blanco y sobre todo verde, el verde de las encinas,los cipreses, los robles, los sauces… Aquello daba un toque de vitalidad a todo el conjunto terroso y pétreo. Tras el patio se encontraba el comedor principal, donde se celebraban todas las fiestas del reino, y donde se encontraba el trono del Rey.
El hálcon bajo precipitadamnte hacia una de las almenas, se colo por una ventana y se posó sobre un poste. Un guardia que estaba alli, medio dormido, dio un respingo al oir el grito del halcón y rapidamente se acercó a él para quitarle el rollo que llevaba atado a una pata.
Bajó corriendo las escaleras en forma de caracol de la almena, hechas de piedra fría y salió al patio interior, donde se respiraba una fresca brisa llena de aromas, pero no tenía tiempo apra entretenerse. Continuó atravesando el patio y una vez frente a las enormes puertas del comedor, las abrió de par en par, ocasionando que todos los presentes se giraran para observarle.
-Mi señor, ha llegado un mensaje del reino de Calbrik.
El Rey, que estaba sobre el trono, mesándose su oscura barba, se levantó arrastrando la capa de piel por el comedor. Una vez frente al guardia, le cogió el pergamino y lo desenrolló rápidamente.
-Señor Borth, rey de Aktara-comenzó a leer-. Él ha vuelto a resurgir, me lo han confirmado fuertes fidedignas, har reunido un ejécirto mayor que el anterior, todos sus fieles se le ahn unido, pero ahora son muchos más, ya ha conquistado la mayoria del continente, tan solo quedamos los reinos del centro y el Noroeste, los más poderosos, pero aun así, no lograremos vencer, son demasiados, medita tus acciones.
A nosotros nos tienen casi conquistados, después irá a por vosotros, no os queda mucho tiempo, aprovéchalo.
Lumillion, rey de Calbrik
Todos los presentes ahogaron un grito, incluido el Rey. Se miraban unos a otros, desconcertados. Los cuchicheos iban aumentando de volumen cuuando el Rey gritó:
-¡ Callad!
Toda la sala enmudeció.
-Tarsus, ven aquí- Un hombre con una lanza, imponente se acercó-. Haz llamar a mi hijo. Ah! Y a Eillin y Stell, los gemelos.
El llamado tarsus salió del comedor, sin decir ni una palabra. Todas las personas volvieron a sus ocupaciones, y el Rey volvió a sentarse en el trono.
-General, haz llamar a todos los hombres del reino, que se preparen para una guerra, una guerra nunca vista, les necesitaremos en menos de un mes.
-Sí, mi señor- respondió el General, decaído.
Al ver esto el Rey se fijó en todas las caras del resto y estaban igual, tristes, apesadumbrados, apagados..
-Y no os preocupéis, no dejaré que nos venzan tan fécilmente, por algo soy el Rey, soy responsables de vuestras vidas y de las del resto del reino.
Al oírlo, la gente sonrió y empezaron a afirmar lo que el Rey había dicho, habría guerra.

• • •

Unas horas mas tarde aparecieron tres individuos. El más alto, y de pelo negro abrazó al Rey mientras los otros dos se mantenían al margen.
-¿Para que nos has hecho llamar, padre?
-¿Recuerdas el fatídico episodio de la historia, en el que todo estaba sumido en la esclavitud? Pues ese tirano ha resurgido, con un poder y ejército aun mayor que antaño-Los gemelos que estaban escuchando palidecieron, pero el rostro del chico solo se volvió serio-. Os necesitamos, a los tres, para que vayáis al Noroeste y decirle a lo gobernantes de aquellos reinos, que vengan para unirnos, una ves más, contra Él.
-Está bien- respondieron los tres al unísono. Tras aquello, los dos chicos y la chica, se marcharon pensativos.
Una vez en el patio, Eillin, la chica castaña y esbelta, de ojos azules adrió la boca pro primera vez:
-Mañana a las doce del mediodía, en la puerta principal de la murralla. Y Hallen, mas te vale no tardar- dijo mirando al hijo del Rey.
-Cómo se nota que me conoces, Eillin. De acuerdo, no tardaré, solo si me prometes…
-Aquí de promesas nada- le cortó Stell, hermano gemelo de Eillin.
- Vaaale…
-Bueno, entonces, hasta mañana.
Y los dos gemelos se fueron a su casa, mientras Hallen se retiraba a sus aposentos, a descansar. Mañana comenzaría lo duro.

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